Mi enfoque #735, 17 de abril, 2020
Artículos en este número:
· China es responsable de la epidemia
· El impacto de la pandemia en la comunidad ultra ortodoxa
· El experimento sueco
· Una sugerencia
· La increíble izquierda menguante
· La hipocresía del antisemita
China es responsable de la pandemia
Hay versiones contradictorias del origen de la pandemia. Una teoría dice que el virus saltó a los humanos que consumieron carne de animales salvajes contaminada por murciélagos, comprada en un mercado de la ciudad china Wuhan. Otra teoría es que el virus fue creado en el Instituto de Virologia de Wuhan, no con propósitos bélicos sino como parte de un experimento de como controlar virus.
Lo que si se sabe es que, aunque el Instituto de Wuhan fue el primero en identificar y publicar la secuencia genética del virus, la reacción, o, mejor dicho, la falta de reacción de las autoridades chinas es directamente responsable por la pandemia, por los cientos de miles de muertos, y por el enorme daño a la economía de numerosas naciones, (cifras records de desempleo, y la posible bancarrota de muchos negocios).
El gobierno chino estaba enterado del peligro de una pandemia ya en diciembre del 2019, pero no restringió los viajes, y permitió que los residentes de Wuhan viajen a otras provincias y al extranjero, llevando con ellos no sólo sus maletas sino también el virus.
Ocho doctores chinos que trataron de advertir al mundo fueron arrestados por difundir la noticia del virus. China tambien mintió acerca del número de contagiados y muertos en Wuhan, que es varias veces mayor que las cifras oficiales.
China falsamente informo a la Organización Mundial de Salud que el virus no podia transmitirse de persona a persona. La OMS publicó esa información el 14 de enero del 2020. Una semana despues, el director general, Tedros Adhanom, alabó al gobierno chino “por su excelente manejo de la epidemia”.
El 14 de enero las autoridades chinas ya sabían que estaban enfrentando la posibilidad de una terrible pandemia, pero recien el 23 de enero ordenaron la cuarentena en Wuhan, demasiado tarde para evitar que miles de contagiados viajasen a Italia, Iran, Alemania y otros paises y propagasen alli el virus. Los cuarenta dias de silencio, supresión de las noticias, y desinformacion han costado decenas de miles de vidas.
El gobierno chino, por su lado, rehusa aceptar responsabilidad por haber permitido que la epidemia se propague libremente, primero en Wuhan, luego en China, y finalmente en el resto del mundo.
Cuando pase esta pesadilla, el mundo deberá exigir de China reparaciones por la muerte de cientos de miles y la crisis económica.
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El impacto de la pandemia en la comunidad ultra ortodoxa
La sociedad ultra ortodoxa, no solo en Israel sino también en los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros paises, tiene muchos aspectos que merecen admiración y deberían servir de inspiración al resto de la población: el valor que dan a la familia, su devoción al estudio y a las materias espirituales, su bajo índice de criminalidad, su ayuda mutua, etc.
A la población secular le es dificil entender el hecho de que la comunidad ultra ortodoxa ha escogido voluntariamente vivir en relativa pobreza, no utiliza mucho de la maravillosa tecnologia de hoy, y no tiene interes en los placeres que ofrece la vida moderna: cine, teatro, viajes al extranjero, lectura de libros no sagrados.
Tal como lo demuestran las organizaciones fundadas por ultra ortodoxos, Yad Sara y Hatzala, y sus medicos y hospitales, los ultra ortodoxos no ignoran la importancia de la medicina, pero su fe en la religión y en sus lideres religiosos es primordial.
La comunidad ultra ortodoxa tiene otras prioridades, y el cumplimiento de ellas hace que su indice de satisfaccion con su vida (96%) sea mayor que el de los seculares. Prefieren una vida espiritual, con rituales compartidos y estrechos lazos comunitarios centrados en la sinagoga. La distintiva ropa que usan les sirve para identificarse con los otros miembros de su comunidad y diferenciarse del resto de la sociedad.
En estos días, la antipatia que algunas personas sienten hacia esa comunidad, basada principalmente en el hecho de que no comparten la carga de defender al Estado haciendo servicio militar, se ha agravado al ver que los ultra ortodoxos, que son menos del 15% en Israel, no cumplían con las pautas que el gobierno dio a principios de marzo, referente a la distancia social. Este incumplimiento ha dado como resultado que hoy los ultra ortodoxos constituyen cerca del 50% de los pacientes enfermos de corona en los hospitales. Les tomó dos semanas a los rabinos ultra ortodoxos convencerse de que las pautas del gobierno eran más eficaces para evitar contagios que el rezo y el estudio comunales.
“Ningún hombre es una isla.“ Esta frase de John Donne, (poeta inglés, 1572 a 1631) expresa la idea de que los seres humanos no debemos vivir aislados sino ser parte de la sociedad. El mismo concepto se aplica a comunidades que hoy viven aisladas de la sociedad en general.
Los seculares (me refiero a judíos, religiosos o no, que no pertenecen al mundo ultra ortodoxo) consideran que la separación voluntaria, tanto física como espiritual, de parte de la población va en detrimento del bienestar y del progreso no sólo de la comunidad auto aislada sino también de la sociedad en general. El hecho de que esa comunidad va en constante aumento (4% de la población en 1980, 11% en 2015, y se calcula que 3 de cada 10 israelíes serán ultra ortodoxos en el año 2065) es motivo de preocupación acerca de la supervivencia del pais en el siglo 22. Citando la frase del presidente Abraham Lincoln, “Una casa dividida contra si misma no puede mantenerse en pie.”
La comunidad ultra ortodoxa está pasando por un momento traumático sin precedentes. Todo lo que caracteriza su vida, la intensa vida comunitaria, los servicios religiosos comunitarios y el estudio comunitario, hoy no les es factible. La crisis no repercutirá en su fe religiosa pero si es posible que en el futuro tengan menos ciega confianza en sus líderes y sean más individualistas en su pensamiento y en sus decisiones.
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El experimento sueco
Suecia e Israel tienen casi el mismo número de habitantes, Israel algo más de 9 millones y Suecia 10 millones, pero la forma como han reaccionado a la pandemia del virus Corona es diametralmente opuesta.
Israel, como muchos otros países, insiste en que se mantenga distancia social entre personas, y ha confinado a sus habitantes en sus hogares, permitiéndoles salir solo para proveerse de comida o medicamentos.
Suecia, en contraste, ha decidido que la gente continúe haciendo vida normal, con las calles, restaurantes y bares de Estocolmo llenos de gente, y los niños asistiendo a sus escuelas y colegios. Solamente a la gente más vulnerable (ancianos y enfermos) se les aconseja que permanezcan aislados en sus casas.
El resultado de ese experimento, hasta el momento, es 9,141 enfermos y 793 muertos, equivalente al 7.68%. Sus países vecinos han tomado medidas drásticas para proteger a la población y tienen un índice mucho menor de fatalidades. Noruega tiene 1.46% y Dinamarca 3.85%
En Israel hay un número similar al de Suecia de enfermos, 9,968 (esta cifra es válida al 9 de abril del 2020) pero solo 86 muertos. Ese porcentaje menor del 1% es uno de los más bajos del mundo. En comparación, Estados Unidos, el país que tiene los mejores hospitales y médicos, el índice de fatalidad es 3.21%
Otra diferencia entre Israel y Suecia, es que Israel diariamente hace test de Corona a miles de personas, y Suecia las hace a muy pocos.
Las autoridades en Suecia explican su política de “laissez faire” (dejar que las cosas se arreglen por si mismas) diciendo que su objetivo es crear gradualmente una inmunidad en el público, política que fracasó en Gran Bretaña y Holanda, cuando los hospitales ya no se dieron abasto para recibir enfermos.
2,300 médicos y científicos suecos han firmado una carta abierta al gobierno exigiendo medidas más estrictas y declararon que no hay evidencia científica que justifique la política del gobierno respecto a la pandemia.
Una demostración de que el socialismo, o su versión "social democrática" no es el sistema ideal tan admirado por Bernie Sanders, (quien, hasta ayer, era el candidato “social democrático” a la presidencia de Estados Unidos), es el hecho de que Suecia (después de Portugal) tiene el más bajo porcentaje de camas de hospital por 100,000 habitantes.
La reacción de Suecia al virus corona se puede definir, utilizando la frase popular, como “hacerse el sueco.” Lamentablemente, Suecia aprenderá, a un costo de muchas vidas, que en cuestiones de salud es mil veces preferible exagerar las medidas que confiar en que todo se solucionara por sí mismo.
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Una sugerencia
Las ciudades con el más alto porcentaje de enfermos del virus Corona son aquellas donde la totalidad o gran mayoría de la población es ultra ortodoxa.
Esta situación tiene varias causas, entre ellas el tamaño de la familia y la pequeñez de sus departamentos, factores que conducen a más contacto lo cual a su vez aumenta las posibilidades de contagio, pero, en mi opinión, la principal causa de la grave situación es la falta de información.
La población ultra ortodoxa, generalizando, no estaba, hasta hace una o dos semanas, debidamente informada de la gravedad de la situación y de los estragos que el virus está haciendo en Italia, España, Estados Unidos y otros países.
La falta de información se debe a que en los hogares ultra ortodoxos no hay televisión ni Internet. Hay estaciones de radio pero cada secta sólo escucha a su estación. Los miembros de esa comunidad tampoco leen los periódicos seculares que proporcionan información más amplia y general que la que se puede leer en los periódicos ultra ortodoxos.
La crisis actual pasará en pocas semanas o, Dios nos libre, tal vez demore meses. Pero, nada nos garantiza que no habrá en el futuro más crisis de salud como esta, o política, militar, económica, del medio ambiente, etc.
La situación no debe volver al “Status quo ante” (frase latina que se refiere a la situación anterior) en lo que concierne a la información. Esto ayudará a controlar crisis futuras.
En la actualidad, muchos en la comunidad ultra ortodoxa utilizan teléfonos celulares modificados, los llamados “teléfonos celulares kosher, que solo permiten iniciar y recibir llamadas telefónicas y no incluyen Internet ni el uso de aplicaciones.
Sugiero que, siguiendo el mismo principio de los “teléfonos kosher”, se adopten aparatos de televisión para que muestren un solo canal, que pertenecerá y será manejado exclusivamente por personas de la comunidad ultra ortodoxa, donde, al igual que en los televisores normales, las familias podrán ver noticias tanto mundiales, nacionales como locales, e informes de expertos (médicos, economistas, abogados, etc.) de la misma comunidad. Y, por supuesto, en vez de programas triviales como “El hermano grande” tendrán en la televisión clases de Torah, de Talmud y también podrán escuchar conferencias de famosos rabinos.
En futuros momentos de crisis, cuando el Primer Ministro de Israel o el Presidente se dirijan a la nación, el canal ultra ortodoxo deberá unirse a la red nacional de emisoras para que también los ultra ortodoxos, sector integral de la población israelí, no estén en desventaja en lo que concierne a estar informados.
Recordemos, la ignorancia puede ser fatal. Estoy convencido de que la solución que sugiero no sólo es técnicamente posible sino que beneficiará a la población ultra ortodoxa desde todo punto de vista.
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La increíble izquierda menguante
He adoptado el titular de este artículo de la película estadounidense de 1957, “El increíble hombre menguante” donde el protagonista, afectado por una niebla radiactiva va perdiendo gradualmente estatura hasta llegar a sólo unos centímetros.
Algo similar ha ocurrido con los partidos sionistas de izquierda, Laborista, (partido descendiente de Mapai) y Meretz (uno de sus partidos antecesores fue Mapam). En la primera elección (25 de enero de 1949), Mapai logró elegir 46 diputados y Mapam, 19, un total de 65 que le daba una mayoría absoluta en la Knesset. En las elecciones más recientes (2 de marzo del 2020), los Laboristas lograron elegir a duras penas a tres diputados y Meretz también a tres, un total de seis.
Los partidos sionistas de izquierda tienen el mérito histórico de ser los fundadores del Estado de Israel y haber dirigido los destinos del Estado judío durante casi tres décadas hasta la elección de Menahem Begin como Primer Ministro en mayo de 1977. Desde entonces, con algunas interrupciones, es la derecha la que gobierna en Israel.
La causa de la caída de los partidos de izquierda en Israel es una “nube radiactiva” que contiene los siguientes elementos:
• Cambio étnicos en la población, especialmente con la llegada de un millón de judíos de las repúblicas de la ex Unión Soviética y de Etiopia. Los “rusos” por su amarga experiencia en países comunistas no son simpatizantes de la izquierda.
• Desaparición de la influencia de los kibutzim, que en una época lideraban la política y el ejército. Hoy, la mayoría de ellos, ha abandonado o modificado su anterior ideología y adoptado principios capitalistas.
• El éxito de la política de liberación económica y del capitalismo que ha convertido a Israel en un país próspero, (aunque lamentablemente esta prosperidad no es compartida por toda la población).
• Los cohetes, túneles, acuchillamientos, asesinos suicidas, las declaraciones de odio implacable a Israel y a los judíos de los líderes palestinos, han contribuido a que muchos israelíes lleguen a la conclusión de que una paz con los palestinos (prioridad para la izquierda) es imposible en el futuro previsible.
• El abandono que ha hecho la Histadrut (Confederación General de Trabajadores), anteriormente la base más firme del Mapai, del partido Laborista, simbolizada por el hecho de que uno de sus recientes presidentes, Avi Nissenkorn, prefirió representar al Partido Azul Blanco en vez del Partido Laborista.
• La constante demonización de la izquierda, principalmente por Netanyahu, que ha logrado convertir la palabra “smolanim” (izquierdistas) en insulto en la mente de muchas personas.
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La hipocresía del antisemita
Omar Barghouti, el fundador de la campaña pro destrucción de Israel, denominada BDS (Boicot, Desinversion, Sanciones), declaró publicamente hace unos días que, si Israel descubre la cura para el virus Corona, los boicoteadores están autorizados para hacer una excepción y utilizar el medicamento israeli. Esa “magnanima” declaración es típica de la hipocresía del antisemita.
Omar Barghouti nació en 1964 en Qatar, de padres árabes palestinos. Se educó en Egipto. En 1982 se mudó a los Estados Unidos donde vivió durante once años y recibió una maestría de la Universidad de Columbia. En 1993 se casó con una mujer árabe israelí, lo cual le dio derecho para recibir la residencia en Israel, y vivir en la ciudad de Acco. En el año 2009 se matriculó en la Universidad de Tel Aviv donde recibió grado de Master en Filosofia y donde sigue estudiando para recibir ¡su doctorado en Ética! (juro que esto, clásico humor negro, no es invento mio).
Sus estudios en la U.T.A. no le han impedido pedir que se boicotee a la universidad, ya que "el campus ocupa el sitio de un pueblo palestino cuyos habitantes fueron víctimas de una limpieza étnica", y "la universidad tiene vínculos estrechos con el ejército y servicio de inteligencia de Israel".
(Una petición para que la Universidad de Tel Aviv lo expulse fue firmada por más de 184,000 personas, pero la Universidad, demostrando que hay una línea muy delgada entre el exceso de buena voluntad y la estupidez, se negó a expulsarlo).
Barghouti no es el único antisemita hipócrita. Los líderes palestinos, de la Autoridad Palestina y de Hamás, y/o sus parientes, han sido tratados en hospitales israelíes. Eso no les impide demonizar y difamar a Israel, incluyendo en estos dias de la pandemia.
Médicos israelíes operaron de un tumor cerebral y le salvaron la vida a Yahya Sinwar, hoy líder de Hamas, cuando estaba preso en una prisión israelí por haber matado a varios palestinos acusados de cooperar con Israel. Demostrando que lo cortés no quita lo valiente, su “gratitud personal” (¿?) no le impide disparar cohetes a poblaciones civiles israelíes.
Israel ha entrenado médicos y enfermeras de Gaza en el Hospital Barzilai de Ashkelón para que puedan enfrentarse al virus Corona, y ha enviado cientos de test al personal médico de Gaza. Israel también ayudo a evacuar a seis jeques palestinos a regresar de Indonesia, después de que la Autoridad Palestina fracasó en sus intentos de convencer a Jordania, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos a que les permitan pasar por sus territorios para regresar a Nablus.
Hamas, en los últimos seis años, ha recibido decenas de millones de dólares en donaciones de países cuya generosidad es tan grande como su ingenuidad. Ese dinero fue utilizado para construir túneles (que costaron 120 millones de dólares) y fabricar cohetes. No invirtieron en infra estructura, puestos de trabajo, y tampoco en hospitales o equipo médico.
El líder de Hamás, Yahya Sinwar, el 2 de abril en una entrevista en una emisora de televisión afiliada a Hamás, ha pedido ayuda a Israel, expresando su solicitud en la única forma que sabe hacerlo, mediante amenazas e insultos: “¡Si Israel no nos envía ventiladores, detendremos la respiración de seis millones de colonos!*”
* En el vocabulario de Hamás, la palabra “colonos” se usa en vez de “israelíes”.
Comentarios
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